Lic. Natalia Senestrari
El día viernes 31 de agosto de 2012, nos
visitó Adriana Testa, quien dio una clase sobre el capítulo 14, titulado Goce, saber y verdad, del libro Los signos del goce de Jacques-Alain
Miller, que hemos estado leyendo los viernes en nuestro grupo de lectura.
De manera muy clara y con gran rigurosidad en
sus conceptos, Adriana realizó un recorrido por dicho capítulo, destacando los puntos
más importantes.
Para comenzar, nos recomienda relacionarlo
con el capítulo 20 del mismo libro: Una
nueva axiomática, donde Miller plantea el binario Evidencia-Misterio: la primera
estaría del lado de la práctica, el segundo del lado del inconciente. Sin
embargo hay una dialéctica entre estos términos, ya que también hay evidencia
en el inconciente y hay misterio en la práctica.
Nos dice que de la práctica del psicoanálisis
no se puede hablar sino sólo de manera indirecta, por eso es necesaria la formulación
del problema, ya que esto conduce a la pregunta y le permite al analista hacer
un salto de la experiencia para transmitir su práctica. Es decir, en un primer
momento tenemos la práctica y en un segundo momento, la elaboración de esa práctica.
Agrega que entre la teoría y la experiencia
hay un salto, no hay correspondencia, no se puede “aplicar" una a la otra,
como suponen otras terapias. Lo que sostiene esa hiancia es el deseo de
analista, que es lo que abre el camino de la pulsión, es decir, permite pasar al segundo piso del
grafo.
Miller toma la palabra insignia, cuya función debe ser concunscripta por dos términos: el S1 o Ideal
(rasgo unario) y el a. El sujeto también
está enmarcado por estos dos términos, en tanto sujeto tachado, inexistente,
que es el que encontramos en la experiencia analítica y es condición para que
aparezca una necesidad de discurso, que refleja la omnipotencia del
significante. Esto se pone en juego en cada sesión y es lo que diferencia al psicoanálisis
de cualquier otra práctica.
El sujeto tachado es a la vez sujeto de
significante y sujeto de goce. El sujeto del significante, se relaciona con un vacío
significante, que introduce la necesidad de un significante que venga a colmar
ese vacío, de una representación significante proveniente del Otro, esto es la identificación freudiana, que se corresponde
con la alineación del sujeto que forma el ideal del yo. Es sobre el punto del
ideal del yo desde donde el sujeto se ve
como es visto por el Otro “desde donde me ve el Otro bajo la forma en la que me
agrada ser visto”. Miller lo toma del Seminario 11 de Lacan. Y es con esto con
los que nos encontramos en el primer tiempo del análisis.
Para ampliar más sobre el tema, Adriana nos
invita a leer el Libro de Germán García En
torno a las identificaciones y nos dice que en la identificación no se
trata de a quien uno se identifica sino como se constituye y se transforma el
sujeto en la identificación
También nos propone consultar Seminario 17 de
Jacques Lacan El reverso del psicoanálisis
-donde Lacan desarrolla los cuatro discursos- en especial en capítulo 3 y 9.
Siguiendo a Miller, Adriana nos habla de goce
en el síntoma, que se trata del problema que plantea Freud en la reacción
terapéutica negativa. Nos dice que el fantasma que interviene en el síntoma es
de lo que se goza, es decir, gozamos de nuestro fantasma. Y nos señala la
definición de síntoma que encontramos en este capítulo, tomado del Seminario
RSI de Lacan: “el síntoma es el modo en que cada uno goza de su inconciente, en
tanto el inconciente lo determina.” Para
cerrar la clase con el término que Lacan
propuso al final de su enseñanza, que engloba síntoma y fantasma: sinthome.
Agradecemos a Adriana su presencia en nuestra
sede, inaugurando la primera clase de este año.